miércoles, 7 de abril de 2010

Ayer



El eco despierta las emociones de ayer. Sentimientos de pasión y deseo no son más que las palabras trilladas en aquellos recuerdos que no son más de lo que son, recuerdos.

Espero que recuerdes el jardín de ayer; recuerda poner a calentar mi café, mientras yo recojo los retazos de esta alma mía. Demolida por la duda que me ha dado la vida, la vida se declara culpable su señoría y ella se encuentra en el atrio para ser interrogada por los jueces de la locura.
No olvides, ya que me cansé de recordarte las cosas, así que te doy un incentivo mas que nada imperativo para que veas lo que haz hecho y recuerdes. ¡Me lleva el carajo con recordar! Que la palabra no se va y siempre consigue regresar a mi. ¿Será la duda de los besos de ayer que me hace pedir franqueza ante ti y que no olvides las emociones, lo que fuimos y somos y hasta cuando expiremos no llegaremos a ser?

¿Quién soy? Puedo responderte con quien dejé de ser, puedo decirte cuales de mis máscaras están enterradas en el jardín, debajo de tu árbol de naranjas. Puedo decirte que persona ya no esta aquí, tomando en cuenta que somos dos y siempre lo hemos sido. Ambos contra el mundo. Es verdad, no soy el mismo de ayer de anteayer de ante anteayer y remontándonos en la vorágine del insensible tiempo hasta los días ya pasados que necesites. Que necesitarás para ver que no importa quien soy hoy, ya que mañana habré muerto y seré otro.

Te prometo que cambiarás tanto como yo en estas líneas. Mas sin prisa te escribo. Mi persona reflejada en otra carne, otro cabello y otro color en el alma mas no en el sentimiento, tú. Que sé, que el cabello ha de morir mañana, tu piel es el anhelo y esos labios que han robado más besos que los ingleses los templos de Egipto.

Una voz me despertó ayer para decirme algo sobre nosotros dos. Para condenarme y humillarme frente a mi sombra, sombra proyectada en la pared por el espejo que es la luna. Advirtió tempestades y tormentas, un huracán se avergonzaría al ver aquel pronóstico. Seguro se preocuparía al contemplar la posibilidad de nunca llegar a ser peor que la condena de aquella voz. Al escuchar tal declaración, mi sombra y sus compañeras salieron de la habitación, dejándome en suerte propia y sintiendo pena ajena. Entre pánico y desconcierto, tomé una daga y destajé el aire fino e invisible a mí alrededor. Con la cabeza fría y a las 3:14 A.m. me di cuenta que la voz era tu voz, que la tormenta eran reclamos y que la tempestad eran gritos de desesperación. Un minuto después desperté.

¿Te molesta mi amor? Me pregunta mi reflejo, como si yo supiera la respuesta, volteo a verte y veo el mismo cuerpo de ayer, inerte. Ayer en la tarde salí de trabajar. Pintar sueños es algo tedioso después de hacerlo por diez años. Recuerdo que empecé a hacerlo en nuestra cama, sólo para complacerte claro está. Pintar sueños, mimetizar fantasías, actuar desolado, sólo para que llegaras a poblar mi alma de cariños. Nunca sabrás lo difícil que es pintarte el cielo. Ahora el hastío me hace querer pintar mis pesadillas, así el sosiego no tendrá cabida aquí y tendremos el ayer más interesante de mañana.

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