martes, 5 de abril de 2011

Autorretrato de un joven artista en la posmodernidad: “Para acabar de una vez por todas con la cultura”

 “¿Es el arte el espejo de la vida, o qué?”
(Woody Allen, Para acabar de una vez por todas con la cultura)

Estaba decidido a pedir trabajo esta semana –ya saben, uno no vive de escribir sus opiniones, por más constructivas que estas sean-, cuando se atravesó la duda de todo aquel que quiere trabajar de profesor y no se atreve a confesar “¿Seré capaz de dar clases?”.
Por supuesto, esto me llevó a otros lares de la vagancia intelectual; nunca encontré una respuesta sólida. Irresoluto mi problema, acudí a María Eugenia –colega y amiga- para preguntarle sobre la “apertura” de las dueñas ante un tallerista joven como yo. María me explicó la dificultad primordial de pedir trabajo con ellas –Cobran una cuota mensual- dijo, claro –y ya herido mi orgullo ante mi poca determinación de si soy un tallerista bueno o no-, me ofusqué y envilecí la mirada.
Entonces, ante la impavidez sobre mi exaltación, decidí explicarle a María lo que se necesita para “ser escritor”:
ARTÍCULO 10.- Los aspirantes deberán presentar Solicitud por escrito con todos sus datos generales, anexando currículum vitae de fecha reciente, así como datos precisos de su obra escrita, la cual haya sido registrada para los efectos legales del Derecho de Autor en nuestra Sociedad. La referida solicitud en los términos expresados será sometida para su estudio y posterior dictamen al Consejo Directivo. En la solicitud el escritor manifestará su compromiso expreso de acatar las disposiciones contenidas en los presentes estatutos y en la Ley Federal del Derecho de Autor y su reglamento.” (Tomado de la página en línea de la SOGEM) –es decir, los errores de puntuación no son míos-.
Cuando leí esto, pensé –Que barbaridad, pura burocracia- pero después recapacité y dije –tengo que buscar otras fuentes-. Digamos que otro –falso- criterio “social” para “ser escritor” es tener alguna obra publicada. Entonces me di a la tarea de buscar –ya no digamos una casa editorial- un recurso público, ya saben, con la esperanza de que mi país apoye a la juventud creadora.
Acudí a los programas del FONCA (Fondo Nacional Para la Cultura y las Artes) pero no entraré en detalle del sinnúmero de laberintos ambiguos que tuve que leer; para efectos de una mejor impresión, aquí está el hipervínculo del programa “Jóvenes creadores” –con todo y sus 43 páginas- (http://fonca.conaculta.gob.mx/convo_abiertas/JovenesCreadores2011.pdf ) No está de más mencionar que no queda claro si:
a)    La obra ya debe estar publicada.
b)    Ellos te van a financiar para publicarla.
c)     o… ninguna de las anteriores.
Tras haber explicado esto a María, decidí venir a compartirlo con ustedes y preguntar ¿Es el arte el espejo de la vida, o qué? Yo pienso que sí, pero también pienso que tanto la vida como el arte no deben estar desbordantes de papeles, sino de experiencias. Por eso creo que debemos de acabar de una vez por todas con la cultura; la cultura de la sobre burocratización que lo único que hace es erigir montañas como egos, y si no –en el caso de la disidencia de la disidencia- ir tramitando nuestro permiso a la felicidad.

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