“En la hora de angustia y de luz vaga,
En su Golem los ojos detenía.
¿Quién nos dirá las cosas que sentía
Dios, al mirar a su rabino en Praga?”
(“El Golem” Jorge Luis Borges 1958)
El humo se desvanece.
Los sueños de colores, inflamados.
Al lado, una estatua muerta.
La luna, de soledad, se desintegra.
La miro y me miro en ella.
-¿Cómo has hecho para inventar el mar?-
La historia no me consuela.
Su mirada prismática y elemental.
-Gris y tormentoso predicador-,
Sentí una desgarrada nota,
Admití gustoso la derrota,
Cuando en sus ojos vi mi dolor
Y si en la mente recuerdo la historia,
El poeta me asiste apresurado,
Él, ya antes lo ha narrado,
El terrible Golem, Dios y la memoria.
-Poema a dos manos- G. Miguel Vélez P. y María Eugenia Arias
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