-¡Aullido!- Sombra de la mañana,
-¡Aullido!- Comienza la tormenta,
-¡Aullido!- Todos están muertos.
Estruendos de música sanguínea,
Aves metálicas que repiten su sonido poroso.
Los fusiles o las batutas.
Primero vino el viento y la brisa del mar,
El crujido del primer paso y la bomba.
La espera.
El sudor en las sienes del soldado,
La lágrima, un devenir en los ojos –muerte-,
Un segundo, de segundos infinitamente construido.
La historia, el mundo.
¿Por qué tantas flores como cañones?
¿Por qué tanta sangre como palabras?
El aullido y el llanto,
Las madres, los niños, los amantes.
Todo se detuvo donde quedó la paz
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